Los perros corrían. El barrio era oscuro... adornado de ladridos nocturnos. La Juana yacía muerta en la banqueta.
Situación II
Llega furibundo un albañil, un poco ebrio, y se tropieza con un bulto en medio de su dedicación a maldecir con habitual soltura. La sangre de la Juana se mezcla con el cemento seco de sus pantalones.
Situación III
El albañil pela los ojos con infinita sorpresa. Mira unas trenzas, como agujetas sueltas, y unas manos llenas de moretones. Un charco que no refleja, si no se mira bien.
El olor... el olor.
Situación IV
No se llamaba Juana, se llamaba Conchita.
Fin.
Situación IV
No se llamaba Juana, se llamaba Conchita.
Fin.
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