Monday, January 7, 2013

Eternal sunshine of the spotless mind...


Ayer ya no me quería. Ayer caminaba en la calle gris del hartazgo. Cada farol roto. No llovía pero todo estaba enlodado. Descubrí que era sobre mi vida que yacía ese destruído encarpetado. Demasiado cansado para correr, me senté en una esquina y vi una planta marchita. No soporté lo que evocó en mí...  aparté la mirada. Y luego aterrizó en un charco en el que creí ver tu reflejo. Pero al asomarme vi sobre mí el cielo gris envolviendo mi latido. Ya no estabas tú ni tu fantasma.

Caminé para no morir, perdido en una calle sin fin. Cuadras adelante sonaba en un radio mal sintonizado una canción que alguna vaga parte de mí creía reconocer, ahora tan ajena por haberla perdido adentro. 

Perdí la luz de mis ojos. Me dolía hasta el viento, sin poder dormir. No terminaba la noche cuando parecía que estaba todo en pausa. Y me arrepentí de lo imposible. Había amado amar. Mis decisiones de entregarme a quemarropa. La consecuencia que pagaba. Y ahora canciones obsesivas, demencia.

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