Y en este momento pienso en cuando me dijiste que no estaba listo para escribir. Sé que realmente no lo estaba, porque no estaba listo para ser tan sincero y plasmar mi viva historia tal cual, sin apoyos literarios ni la comodidad de hacer proyecciones ficticias que convencieran al público. Pero hoy es diferente. Hoy sé que solamente el testimonio tiene validez para aquellas existencias a las cuales llegará como experiencia condensada. Sólo es real cuando no existen matices y es el corazón el que se deja en cada línea. Es perder completamente el pudor y tocar las fibras más sensibles de aquellos que han sido llamados. Me doy cuenta de qué tan difícil es, porque los sueños no pueden ser conducidos a través de las palabras (a menos de que seas Borges).
Algún día dejaré que sea la vida la que escriba.
Algún día dejaré que sea la vida la que escriba.
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