Déjame acercarme a los momentos azules en la niebla donde hay destellos. Tal vez aprenda a escuchar las formas de las nubes y sepa que son el mismo lenguaje de tus silencios. Déjame tocarte con mis manos y sentir la capa tornasol que te cubre para entrar en la burbuja. Déjame sanar o romperme por completo.
Sunday, October 28, 2012
Thursday, October 25, 2012
Reglas básicas
Labios antiguos aconsejando a la juventud, la cuál es casi un error. Por quitarnos la visión profunda y darnos una perspectiva que nos hace juzgar superficialmente. ¿Cómo puedes conocer un alma a través de ver una piel sin arrugas? No podrías empezar a intuir el alimento de sonrisas que te darían vida si tu profundidad alcanza sólo las primeras notas de una canción completa.
Voces que hablan de la gente a la que le ha ido muy mal en el amor, cuando todo el sentido se tuerce y las obligaciones sustituyen la magia e inocencia de sentarse al lado de un disfraz más del Universo, en cualquier banca de un parque. El amor no promete, porque el amor es. Y SER es en la eterno infinitivo. El amor evoluciona con la pauta más elegante de la inteligencia que gobierna desde átomos hasta galaxias. Por eso mi corazón va siempre remangado, aunque termine deshecho. Tal vez ingenuamente sé que no podría vivir de otra manera, porque sin poner mi existencia en el tapete, los colores no tendrían vida.
Creo en la mujer buena, porque creo en ella. Siempre más inteligente, siempre con ventaja... Pero de corazón a corazón existe un lenguaje verdadero cuando caen esas barreras, depurando todo hasta que el control se trasciende, conectando verdaderamente dos latidos. Tal vez lo soñé.
Voces que hablan de la gente a la que le ha ido muy mal en el amor, cuando todo el sentido se tuerce y las obligaciones sustituyen la magia e inocencia de sentarse al lado de un disfraz más del Universo, en cualquier banca de un parque. El amor no promete, porque el amor es. Y SER es en la eterno infinitivo. El amor evoluciona con la pauta más elegante de la inteligencia que gobierna desde átomos hasta galaxias. Por eso mi corazón va siempre remangado, aunque termine deshecho. Tal vez ingenuamente sé que no podría vivir de otra manera, porque sin poner mi existencia en el tapete, los colores no tendrían vida.
Creo en la mujer buena, porque creo en ella. Siempre más inteligente, siempre con ventaja... Pero de corazón a corazón existe un lenguaje verdadero cuando caen esas barreras, depurando todo hasta que el control se trasciende, conectando verdaderamente dos latidos. Tal vez lo soñé.
Tal vez sea el anhelo de brincar con alguien al río, hasta llegar a la cascada.
- Ocho años, la Colaza (Nicolaza) y sus empanadas. Doña Chuy con su hijo Fermín, y don Lucio. Aquella cabaña donde la vergüenza de un niño se transformara en el abuso de una pálida mujer de ojos celestes. Acapulco y la Potranca. Una noche de bodas ostentosa y tan intensa, como sería el divorcio semi-instantáneo. Y el escape a través una ventana mientras alguien confesaba sus máximos pecados. Portafolios contra el agua. Complejos de Edipo (¿o pecados?). La mujer guerrera de la inercia que, sin intenciones derivadas, expresa una naturaleza oscura al opinar sobre el enamoramiento: "Estás bien pendejo". ¿Quién soy yo para juzgar? ¿Y quiénes ellos para condenarme?
Tanta confusión que no es mía. Cuatro personas hablando más la quinta que ya opinaba de antemano adentro de mi cabeza. "Sólo vas a terminar más confundido, y ya estabas confundido desde antes". Lo predecible del alcohol. Los trucos de la bohemia. Los miles de reflejos y un poder único.
Reglas básicas:
-No hagas a los demás lo que no quieres que a ti te hagan.
-Respeta como a ti te gustaría que te respetaran.
-Guarda para ti lo que es tu tesoro.
No le tengas miedo al chile ni aunque lo veas colorado. Hay que atorarle y vivir. Y cuando tengas dudas, pregúntale a tu fantasma qué daría por existir un día más en medio de tus "problemas".
Always love, hate will get you every time.
Always love, don't wait til the finish line.
Wednesday, October 24, 2012
Fantasmas vivos III - El Shock
╬╬╬
La desesperación corría como agua tibia por mi espalda, frustración que se clava como una maraña enredada de espinas sobre lo que te mantiene unido. Sensaciones que querían cobrar vida, como si me comieran para existir por sí mismas. Había hablado con mi madre. Estaba preso en la vuelta más inesperada de mi vida. No tenía piso, era totalmente ajeno y ni siquiera mis pensamientos caían en terrenos seguros. ¿Aniquilación inminente? Iba más allá de eso, porque en la aniquilación yo sentía una especie de alivio. La nada. La desintegración. No, esto era la entrada a la locura, donde la mente se tuerce hasta el punto de no retorno. Después de la plática, mis dudas se convirtieron en una jaula. Manejaba. La oscura carretera se tendía como un tapete sin fin. Parecía que miles de sombras al lado del camino me clavaban la mirada, como brillos fieros de la noche. Iba bastante rápido, no sé qué era más grande, mi deseo de llegar o mi deseo de huír. En mi mente se repetía una y otra vez la escena con mi madre mientras mi mano aferraba la llave que había encontrado en la caja celta. Ahora sabía que esa llave era para abrir el granero, lugar al que siempre habíamos tenido prohibido entrar. Mi madre confesó todo.
Estaba tan inmerso en mis pensamientos que no recuerdo ni siquiera haber pasado por la terracería, de pronto me encontré estacionando el carro en frente de la puerta principal del rancho. Me bajé, miré el cielo y ahí estaba la Luna. Por unos momentos mi mente se vació por completo. Fue casi como si existiera una comunicación directa y silenciosa, y ese sentimiento propulsó automáticamente otra vez el diálogo en mi cabeza. Dejé de mirarla y caminé hacia el granero temblando extrañamente. No hacía tanto frío como para que mi cuerpo tuviera esa reacción, y yo no sentía miedo, pero entre más atención le ponía, más se acentuaba.
Una vez adentro descubrí que aquello no era un granero. Era una especie de taller de pintura, con unos restiradores muy grandes, caballetes, lienzos y muchos cuadros colgados. Al fondo había un pequeño mueble de madera tallada con los mismos adornos que anteriormente vi en la caja. Abrí el único cajón que había y encontré dos cartas. Un sobre tenía escrito un 01 y el otro un 10. Abrí el primero y me encontré con una breve historia de un viajero que caminando por el desierto se perdió. Después de sufrir una deshidratación se desvaneció y despertó en una casa extraña. Un señor amable, al parecer el dueño, le explicó que lo había rescatado y después de una breve conversación en la que se mostraba muy analítico, procedió a explicarle con sumo cuidado que se encontraba en otra dimensión ajena, y tranquilamente le comentó que en aquella dimensión ese tipo de viajes eran posibles y estaban regulados. El viajero pidió pruebas, para lo cual el señor empezó a interrogarlo pasando por los temas más variados. Después de un rato, el señor se dio cuenta de que en la dimensión de donde venía el viajero, los Beatles se habían separado e incluso algunos miembros habían muerto. En esta dimensión seguían tocando juntos, así que le mostró las canciones de un cassette llamado Everyday Chemistry, album recién publicado por la banda. Al final narra cómo el señor ayuda a regresar al viajero, pero en ese punto yo ya estaba muy confundido. No tenía ni idea de cuál era el sentido de esa historia así que decidí leer la otra carta. El texto hablaba acerca de una técnica de sanación hawaiiana y un doctor con un nombre muy raro que no recuerdo. Lo que sí recuerdo es el nombre de la técnica porque me pareció muy gracioso: Ho'Oponopono. Básicamente este doctor explicaba la total dimensión de nuestra responsabilidad existencial. Más alla de lo que pensamos y hacemos, incluso con aquello que creemos que está fuera de nuestras manos. Había trabajado en el Hospital Estatal de Hawaii por años curando locos. Jamás vio a uno solo de los pacientes. Tenía una oficina separada en la que analizaba los expedientes y, en sus palabras, "sanaba la parte de mí que había creado la enfermedad en ellos". Decía enfáticamente que la responsabilidad se extiende a todo lo que está presente en tu vida, simplemente porque está en tu vida. "Es tu responsabilidad en un sentido literal. Todo el mundo es tu creación". Al leer esa última frase fue como si un velo se rasgara. Sentí náuseas. Levanté la mirada y ahí en la puerta estaba una figura que percibí con cualidades de duende. Era mi padre y al mismo tiempo no lo era. No puedo decir qué tenía de diferente. Sonreía con una expresión desafiante... Era una sonrisa ventajosa. Había algo en sus ojos tan extraño y a la vez tan familiar. Me quedé pasmado mientras el mundo empezaba a cambiar a mi alrededor. Me empecé a marear y sentí una vibración en mi abdómen. Por un momento pensé que me desmayaría. Era como si el mundo se sintonizara en otra frecuencia. Lo miré.
Estaba tan inmerso en mis pensamientos que no recuerdo ni siquiera haber pasado por la terracería, de pronto me encontré estacionando el carro en frente de la puerta principal del rancho. Me bajé, miré el cielo y ahí estaba la Luna. Por unos momentos mi mente se vació por completo. Fue casi como si existiera una comunicación directa y silenciosa, y ese sentimiento propulsó automáticamente otra vez el diálogo en mi cabeza. Dejé de mirarla y caminé hacia el granero temblando extrañamente. No hacía tanto frío como para que mi cuerpo tuviera esa reacción, y yo no sentía miedo, pero entre más atención le ponía, más se acentuaba.
Una vez adentro descubrí que aquello no era un granero. Era una especie de taller de pintura, con unos restiradores muy grandes, caballetes, lienzos y muchos cuadros colgados. Al fondo había un pequeño mueble de madera tallada con los mismos adornos que anteriormente vi en la caja. Abrí el único cajón que había y encontré dos cartas. Un sobre tenía escrito un 01 y el otro un 10. Abrí el primero y me encontré con una breve historia de un viajero que caminando por el desierto se perdió. Después de sufrir una deshidratación se desvaneció y despertó en una casa extraña. Un señor amable, al parecer el dueño, le explicó que lo había rescatado y después de una breve conversación en la que se mostraba muy analítico, procedió a explicarle con sumo cuidado que se encontraba en otra dimensión ajena, y tranquilamente le comentó que en aquella dimensión ese tipo de viajes eran posibles y estaban regulados. El viajero pidió pruebas, para lo cual el señor empezó a interrogarlo pasando por los temas más variados. Después de un rato, el señor se dio cuenta de que en la dimensión de donde venía el viajero, los Beatles se habían separado e incluso algunos miembros habían muerto. En esta dimensión seguían tocando juntos, así que le mostró las canciones de un cassette llamado Everyday Chemistry, album recién publicado por la banda. Al final narra cómo el señor ayuda a regresar al viajero, pero en ese punto yo ya estaba muy confundido. No tenía ni idea de cuál era el sentido de esa historia así que decidí leer la otra carta. El texto hablaba acerca de una técnica de sanación hawaiiana y un doctor con un nombre muy raro que no recuerdo. Lo que sí recuerdo es el nombre de la técnica porque me pareció muy gracioso: Ho'Oponopono. Básicamente este doctor explicaba la total dimensión de nuestra responsabilidad existencial. Más alla de lo que pensamos y hacemos, incluso con aquello que creemos que está fuera de nuestras manos. Había trabajado en el Hospital Estatal de Hawaii por años curando locos. Jamás vio a uno solo de los pacientes. Tenía una oficina separada en la que analizaba los expedientes y, en sus palabras, "sanaba la parte de mí que había creado la enfermedad en ellos". Decía enfáticamente que la responsabilidad se extiende a todo lo que está presente en tu vida, simplemente porque está en tu vida. "Es tu responsabilidad en un sentido literal. Todo el mundo es tu creación". Al leer esa última frase fue como si un velo se rasgara. Sentí náuseas. Levanté la mirada y ahí en la puerta estaba una figura que percibí con cualidades de duende. Era mi padre y al mismo tiempo no lo era. No puedo decir qué tenía de diferente. Sonreía con una expresión desafiante... Era una sonrisa ventajosa. Había algo en sus ojos tan extraño y a la vez tan familiar. Me quedé pasmado mientras el mundo empezaba a cambiar a mi alrededor. Me empecé a marear y sentí una vibración en mi abdómen. Por un momento pensé que me desmayaría. Era como si el mundo se sintonizara en otra frecuencia. Lo miré.
—¿Estás listo para aceptarlo? -Era la pregunta que emanaba con todo su silencioso y sonriente ser.
—No, a ver... O sea, no, no, no. Esto no puede estar pasando -Dije, con el más grande terror por conocer visceralmente lo que estaba sucediendo.
—Sí, sí, sí...
Me senté en el piso con las piernas cruzadas anticipando lo que sucedería. Comprendí perfectamente las dos cartas y muchísimas cosas de mi vida que se armaban como rompecabezas. Me atrevo a decir que toda mi vida, aunque no lo recuerdo exactamente. Se corrió el velo de la existencia, comprendí todo, lo que me hizo estar seguro de que este era mi fin.
Me senté en el piso con las piernas cruzadas anticipando lo que sucedería. Comprendí perfectamente las dos cartas y muchísimas cosas de mi vida que se armaban como rompecabezas. Me atrevo a decir que toda mi vida, aunque no lo recuerdo exactamente. Se corrió el velo de la existencia, comprendí todo, lo que me hizo estar seguro de que este era mi fin.
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